jueves, 11 de agosto de 2016

Un encuentro cercano con Samuel Beckett


BECKETT Y EL MUNDO DE LAS ABEJAS

Podríamos decir que un fantasma recorre claustros, teatros y bibliotecas; el fantasma de Samuel Beckett. Hectolitros de tinta y toneladas de papel se han empleado para analizar vida y obra de este irlandés que elegía vivir en Francia en guerra a vivir en Irlanda en paz.  El joven Martin Page (nació en 1975) es el autor de La Apicultura según Samuel Beckett” una novela en la que ficción y realidad se mezclan de manera tal que puede sentirse un leve aroma borgiano. Martin, un joven estudiante de antropología que está a punto de entregar su tesis, consigue un curioso empleo en casa de Beckett. No será su secretario, será el encargado de ordenar, durante los diez días que durará el empleo, una serie de archivos. Desde los escritos más importantes hasta apuntes anotados al dorso de un pasaje de colectivo. Exageraciones al margen, quizá esto recuerde la tarea de anotador y lector que el propio Beckett llevó a cabo para ayudar a su amigo y maestro, James Joyce, cuando éste comenzaba a perder la vista. 

Durante esos días Beckett está solo en su casa. Repasará aquel episodio de una puñalada que estuvo a centímetros de acertar a su corazón, las peripecias que jalonaron su huida de las garras de la Gestapo, y la fuga de los presos de la cárcel de Kumla (Suecia) durante una gira en la que representaban “Esperando a Godot”, y la inmensa alegría que sintió al saber que –teatro mediante– los presos preferían la libertad al aplauso.  Su inseparable compañera, Suzanne, la que no lo dejó ni a sol ni a sombra durante el tiempo que duró su internación y su convalecencia, a causa de aquella puñalada, se ha ido y su regreso coincidirá con el día once, a contar desde el inicio del conchabo de Martin. Vale decir: el día siguiente al que significará el fin de la relación entre Beckett y el joven estudiante de antropología.
El director Rubén Pires logró, con éxito, la difícil tarea de tornar en texto dramático la novela de Page. Y así, como la novela combina ficción y realidad, Pires transita con elegancia la mixtura de narración y representación con una puesta delicada y austera. La vida de Samuel Beckett cesó en diciembre de 1989, meses antes (en julio) había fallecido su esposa,
Suzanne Déchevaux–Dumesnil. Quizá la afición de Beckett por la apicultura, o su intención de generar un archivo apócrifo para burlar a la posteridad pertenezcan al sector de la ficción; pero no así su gusto por la buena comida, por el whisky y la libertad. Todo esto aparece en la dramaturgia de Pires. 
Claro que para que el hecho teatral se consume, las actuaciones de los protagonistas deben estar en sintonía con la calidad del texto y su puesta en escena, y Carlos Weber (Beckett) y Carlo Argento (Martin) cumplen con creces con esta necesidad porque sus trabajos son magníficos. El amoroso vínculo entre Beckett, toda una divinidad para los ateos (paradoja que señala Martin Page) y Martin, el estudiante que acompañará en este prolegómeno de despedida, sobrevuela bella y suavemente durante toda la obra.
Quienes tienen información sobre la vida y obra de Beckett pasarán un agradable momento en el Teatro La Comedia los días sábado a las 19. Los que no conocen a Beckett se encontrarán ante un ser capaz de haber hecho de su vida un maravilloso mundo de pensamiento, compromiso y humor. Y todos disfrutarán –sin duda alguna– de un excelente espectáculo teatral.
F.M.


Ficha técnica
Autoría: Rubén Pires
Traducción: Pablo Rey
Actúan: Carlo Argento, Carlos Weber
Diseño de vestuario: Mercedes Uria
Diseño de escenografía: Sabrina López Hovhannessian
Diseño de luces: Rubén Pires
Música: Federico Mizrahi
Asistencia de escenografía: Mariana De Sancho
Asistencia de dirección: Liliana Andrade
Dirección: Rubén Pires

TEATRO LA COMEDIA
Rodriguez Peña 1062
Sábados a las 19. 

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